Trapos de cocina, bayetas, estropajos, esponjas y similares como fuente de contaminación
En el programa 5 dies de 22/6/21 estuve hablando con Antònia Ferrer Ferrà hablamos de la importante fuente de contaminación que en ocasiones representan los trapos de cocina, bayetas, estropajos, esponjas, cepillos y similares. Todos ellos pueden retener restos de materia orgánica que posteriormente actúan como sustento de bacterias y hongos, que se reproducen en el utensilio de que se trate de modo que, cuando lo usamos posteriormente, contaminamos más que limpiamos.
En el caso de trapos y paños de cocina peor, pues en su uso para operaciones en seco, que es el habitual, no pueden aclararse tras cada uso, lo que sí puede hacerse con una bayeta. Típicamente los trapos de cocina se usan para secarse las manos después de limpiarlas o despejar una superficie de partículas o pequeños restos e, incluso, recoger alguna gota caída. En todos estos usos retiene restos entre sus fibras, incluso células desprendidas de las manos. Cuando posteriormente lo usamos, contaminamos nuestras manos o las superficies o utensilios con los que contactan con las bacterias y hongos del trapo. Aquí la suerte es que suelen ser bacterias y hongos inocuos pero, por desgracia a veces son especies nocivas, capaces de producir una toxiinfeción alimentaria del alimento que posteriormente tocamos con aquéllas manos o entran en contacto con la superficie o utensilio que se trate. Es por ello que es mejor descartar el trapo y sustituirlo por papel de cocina, de un solo uso: usar y tirar. En las empresas alimentarias debe ser así siempre. En el hogar, donde las manipulaciones son más sencillas y el riesgo es menor, tanto por el tiempo de manipulación como por el número de potenciales afectados, podemos no ser tan estrictos. Si se opta por usar paños es mejor entonces limpiarlos a diario, en la lavadora, con un ciclo de agua caliente. No usarlos de forma demasiado intensiva "para todo", sino restringir el uso a las manos, por ejemplo, pero siempre teniendo presente que se mantiene ese pequeño riesgo. En el caso de las bayetas, esponjas y similares es mejor usarlas y aclararlas siempre. Cuando no se hallen en uso, exprimirlas bien y dejarlas en un escurridor elevado, tipo rejilla, mejor evitando apelotonarlas. La escasa o nula humedad dificulta la reproducción de bacterias y hongos. Adicionalmente, es muy conveniente desinfectarlas al final de la jornada, por ejemplo poniéndolas en agua con lejía (1 cucharada sopera de lejía apta para agua de bebida por L de agua) y las podemos dejar toda la noche, o bien media horita para luego aclararlas igualmente y dejarlas en el escurridor. Un truco interesante es usar el microondas. En este caso escurrirlas de agua sólo parcialmente y meterlas 1 min en el micro a máxima potencia. El calor generado en el agua que permanece desinfectará completamente el utensilio de limpieza de hongos y bacterias vegetativas. Eso sí, debe quedar suficiente humedad para que durante el minuto de microondas toda ella no se evapore. Los microondas siempre deben tener algo que calentar, a riesgo de romperlo, y calientan el agua pero no bayetas en seco. Para cepillos y similares, también bayetas y esponjas, podemos usar agua bien caliente, en los que queden sumergidos durante un buen rato. Os adjunto el vídeo del programa, donde lo explico junto a la guapísima y magnífica presentadora Antònia Ferrer Ferrà.
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