Cambio de hora
En el programa 5 dies de 24/3/23 estuve hablando con Antònia Ferrer Ferrà sobre el cambio a la hora de verano.
Ya sabéis que la inclinación de 23°27' del eje de rotación de la Tierra respecto de la perpendicular del plano de la eclíptica, sobre el que se traslada la Tierra alrededor del Sol hace que el Sol recorra un camino aparente diferente a lo largo del año, provocando las estaciones, la distinta duración del día y la noche a lo largo del año, iguales ahora, y la variación horaria de la salida del Sol y su puesta.
En la antigüedad se usaban relojes solares, por lo que cada pueblo y ciudad tenía su propia hora local, distinta a la del resto del Mundo. Se usaba en cada sitio la hora solar local, en la cual las 12 del mediodía se corresponden con el instante en que el Sol se halla en su zénit o punto más alto de su recorrido diario. En dicho momento, la sombra proyectada por un objeto vertical, por ejemplo un palo clavado en el suelo, es lo más corta posible.
Los romanos dividían el día, es decir, la parte de la jornada con luz solar, en doce partes u horas, pero de diferente duración según las estaciones del año, ya que como transcurrían desde la salida del Sol hasta su puesta no podían tener 60 minutos, excepto en el día del equinoccio de primavera o de otoño (2 días en los cuales sí tienen igual duración el día y la noche). La noche, para ellos, era la vigiliae.
Los animales diurnos comienzan su jornada con la claridad de la salida del Sol. Los humanos también lo hacíamos así hasta la llegada del tiempo coordinado (horario unificado por regiones y sincronizado con variaciones de horas enteras en todo el globo, en diferentes husos horarios)
El núcleo supraquiasmático de la hipófisis, en la base del cráneo, usando la información lumínica de los ojos gobierna los ciclos circadianos, que afectan a los de sueño y vigilia y a la glándula pinneal, productora de melatonina, hormona del sueño entre otras funciones. Por ello no resulta nada conveniente alejar la hora del despertar de la claridad del día. Como decía, cuando nos regíamos por la hora solar local no existía problema alguno, pues la gente generalmente se despertaba e iniciaba su jornada cuando el día empezaba a clarear.
El tiempo coordinado se establece tomando como referencia el mediodía en el observatorio de Greenwich, en Londres, a partir de donde se establecen unos husos horarios cada quince grados. Cada país adopta la hora derivada de alguno de estos husos, reajustados para unificar la hora al máximo en su territorio en zonas horarias. Además, se adelanta 1 h (adelantamos los relojes de las 2 h a las 3 h) en el llamado horario de verano, tratando de compensar, aunque sólo parcialmente, el adelanto de la salida del Sol
España ha ajustado su horario al de Europa central (CET), con Francia, Italia y Alemania, excepto en canarias, donde rige el de Greenwich.
Hay opiniones diversas sobre si es o no conveniente el cambio de hora y el huso horario usado por España. Si se ahorra poca energía, si es perjudicial para la salud...
La causa última del cambio de hora, aunque suele atribuirse al ahorro energético, es tratar de ajustar la hora y la jornada laboral y de actividad humana a la salida del Sol, muy especialmente en los países de latitudes intermedias (tanto del norte como en el sur), que es donde las variaciones de la salida son significativas y susceptibles de remediarse, y aprovechar al máximo las pocas horas de luz del invierno y acoplarlas a los ritmos circadianos. En los trópicos no hace falta, pues la hora del amanecer casi no varía y cerca del círculo polar ártico y antártico tampoco, pues la variación es tan enorme que no hay compensación posible.
De no cambiarse la hora, en Palma saldría el Sol sobre las 9:10 a principios de enero (conservando el horario de verano) o bien sobre las 5:20 en junio (con horario de invierno). En Galicia sería peor, pues saldría el Sol sobre la 10:10 h en enero. En Berlín sobre las 3:30 h en diciembre si usarán el horario de verano. ¡Qué horror!
El ahorro energético, por otro lado, es verdaderamente insignificante con las actuales bombillas LED. En tiempos de Benjamin Franklin, primera persona de la que se tiene constancia que propuso tal cambio, la cosa era distinta. Cuando estando de embajador en París se dio cuenta que aún madrugando ya se encontraba el Sol bastante alto al despertar e hizo la propuesta del cambio de hora, las personas nos iluminábamos con velas y el gasto en cirios de una familia era un auténtico dispendio.
A principios del siglo XX, el constructor William Willit propuso un cambio de hora gradual a lo largo del año que finalmente no se impuso, pero fue el embrión de los dos que actualmente aplicamos, tratando de compensar las variaciones en la salida del Sol.
Por otra parte, la causa de usar el huso horario de Europa central (como en Alemania) es porque la salida del Sol en invierno coincide con la de los países de esta zona. En Barcelona sale el Sol prácticamente a la misma hora que en Berlín en invierno y en Palma a la misma hora que en Marsella o en Gdansk, en Polonia, cuando todavía falta más de una hora para que salga en Greenwich, en Londres. Por ese motivo vamos sincronizados con los alemanes y no por un supuesto acuerdo entre Franco y Hitler, como a veces se argumenta.
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