AHORRO ENERGÉTICO EN EL HOGAR I (iluminación, nevera, lavavajillas, lavadora, televisión)
En el programa 5 dies de 17/10/2022 hablamos con Antònia Ferrer Ferrà sobre ahorro energético en el hogar.
Con el incremento que han padecido las facturas energéticas durante estos últimos meses resulta muy conveniente conocer algunas prácticas que podemos aplicar si queremos una buena rebaja en nuestro gasto por este concepto.
Lo primero y de una forma genérica, si hemos de sustituir alguno de los electrodomésticos que portan una etiqueta de eficiencia energética, debemos adquirir uno de máxima eficiencia. Los electrodomésticos más eficientes tienen un mayor coste de adquisición, pero este extracoste es amortizado por el ahorro energético durante su vida útil. Esta amortización incluso se adelanta bastante en el tiempo y se compensa con creces con la subida de los costes de la energía que estamos padeciendo.
Son electrodomésticos que por normativa europea deben portar la etiqueta de eficiencia, por ejemplo los frigoríficos y congeladores, lavadoras, lavavajillas, secadoras, bombillas y luminarias, horno eléctrico, aire acondicionado, bomba de calor. En éstos la letra D incluye a los de consumo considerado normal. A partir de ella, los E gastan un 10% más, los E un 25% más y los G más de ese 25%. Por el contrario, los C ahorran entre un 10 y un 25% de energía, los B entre un 25 y un 45%, los A más de un 45%, los A+ más de un 55% y los A++hasta un 65%.
En cuanto a la iluminación, muchos hogares todavía tienen algunas bombillas incandescentes, en las cuales una resistencia se calienta tanto que se pone incandescente, brillando y emitiendo luz. Eran bombillas muy económicas en cuanto a su adquisición pero, por desgracia, la mayor parte de energía, el 95%, se transformaba en calor, por lo cual su eficiencia era bajísima, clasificada como E, F y G, pues solamente alrededor del 5% del consumo se convertía finalmente en luz. Actualmente ya no se hallan a la venta. Existe otro tipo de bombilla incandescente pero que contiene una pequeña cantidad de yodo o bromo en forma de gas en su interior. Son las bombillas halógenas, con un brillo superior y mucha más eficiencia, de clase C y D, aprovechando del 20 al 40% de la energía que consumen. Las bombillas de bajo consumo y fluorescentes producen luz al someter a radiación ultravioleta una sustancia fluorescente adherida a su vidrio. Su precio es algo más elevado aunque actualmente son también muy económicas. Al calentarse muchísimo menos la eficiencia energética es superior, hasta un 75% y se corresponden a la clase B. Actualmente la máxima eficiencia la hallamos en las luces led, de clase A, A+ y A++, que alcanzan a convertir en luz el 90% de su consumo y prácticamente no se calientan. Las siglas LED significan diodo emisor de luz, que se trata de un semiconductor capaz de emitir fotones al ser sometido a una corriente eléctrica por el fenómeno de la electroluminiscencia.
Respecto de la iluminación deberíamos sustituir todas las bombillas por otras de tipo led. En lugares de paso bien iluminados pero de escasa ocupación puede ser útil el uso de sensores de presencia para activar la luz y en zonas exteriores sensores de luminosidad que activen sólo la iluminación a partir del ocaso y que pueden combinarse con sensores de presencia.
El televisor es uno de los electrodomésticos de mayor consumo por su potencia eléctrica e intensidad de uso. Muchas personas se quedan dormidas ante el mismo. Prácticamente todos los televisores modernos permiten programar su apagado automático cuando el usuario no interactúa con el mismo durante el tiempo programado, consiguiendo con ello un ahorro significativo. Asimismo conviene saber que a mayor ajuste de brillo de la pantalla el consumo del equipo aumenta de un modo proporcional.
Otro de los electrodomésticos de gran consumo, normalmente el segundo en el consumo de los hogares, es el frigorífico, pues se mantiene permanentemente encendido. En realidad a pesar de ello su consumo no es permanente, pues dos termostatos en aquellos equipos dotados de congelador (si carece de él le bastará con uno) se encargan de parar la generación de frío cuando se alcanza la temperatura programada. Es más, el motor del compresor, que es el elemento que tiene más consumo eléctrico, se detiene cuando el gas que contienen los serpentines ha alcanzado la presión adecuada, aunque mientras se necesite seguir produciendo frío en poco tiempo el motor arrancará de nuevo. De este modo, cuanto más elevada sea la temperatura programada menor será el consumo y cuanto más baja o más alejada de la temperatura ambiente más se disparará éste, cosa que en todo caso nos ocurrirá en verano. Es conveniente encontrar un equilibrio entre programar una temperatura adecuada en cuanto a mantener la seguridad alimentaria y vida útil de los alimentos y que ésta no sea tan baja que nos genere un consumo excesivo. En general, se consideran adecuados los -18ºC para el congelador y 5ºC para el refrigerador.
Actualmente la mayoría de equipos frigoríficos y congeladores son “no frost”, que no acumulan escarcha. Si tenemos un equipo que sí lo hace, como ciertos arcones congeladores, tener en cuenta que el hielo es un gran aislante que dificulta que el frío progrese desde los serpentines hasta la cabina del aparato, por lo que es muy fundamental descongelarlos periódicamente, y siempre que la capa de hielo tenga más de 1-2 cm, como se hacía antiguamente con todos los congeladores.
Incluso en equipos “no frost” en ocasiones un acúmulo de hielo excesivo o sobre los sensores puede conducir a un mal funcionamiento. Si observamos que el compresor no se para casi nunca puede que nos esté sucediendo esto, por lo que puede ser conveniente para el equipo durante unas horas para garantizar una descongelación total. También es posible que la carga de gas refrigerante no sea la suficiente por alguna fuga. En tal caso no nos quedará más remedio que llamar al servicio técnico.
Cada vez que abrimos la puerta de la nevera entra aire caliente del exterior y sale aire frío, por lo que parte de la energía acumulada se pierde al exterior, es decir, se pierde dinero. Debemos minimizar la apertura de la puerta al máximo, tratando de planificar todo lo que queremos extraer de la nevera de una vez. Por la misma razón, debemos revisar la integridad de las gomas que sellan la puerta y que ésta efectivamente cierre bien. En caso necesario se deben cambiar las gomas.
La mayor parte de las aperturas en verano son para beber. Los equipos con dispensador de agua exterior minimizan enormemente el número de aperturas y, por tanto, la pérdida de energía.
No debemos introducir alimentos extremadamente calientes en el equipo, pues ese calor en el exterior de la nevera se disipa gratuitamente. Sin embargo, por seguridad alimentaria tampoco debemos dejar que los alimentos se enfríen a temperatura ambiente. Aquellos alimentos que pueden enfriarse bajo el chorro del grifo o por inmersión en agua por estar dentro de una bolsa o una olla conviene enfriarlos así e introducirlos fríos en la nevera. El resto, es mejor introducirlos cuando alcanzan aproximadamente los 65ºC.
La descongelación en refrigeración además de ser más segura sanitariamente también nos ayuda a ahorrar energía, pues el frío que van perdiendo los alimentos congelados situados en la nevera mientras se descongelan pasa a la cabina de la misma, ya que el alimento congelado se descongela al absorber energía térmica de la propia cabina. Cuando se descongela a temperatura ambiente ese frío del alimento congelado, que al fin y al cabo nos costó un buen dinero, se pierde en el ambiente circundante.
Es importante que el aire pueda circular alrededor y por la parte trasera del frigorífico, que es por donde disipa el calor. No pegarlo totalmente contra una pared y mucho menos contra otro
electrodoméstico que produzca calor, como un horno o un lavavajillas.
En viviendas principales durante las vacaciones o en segundas residencias cuando no vivamos allí nadie abrirá la puerta del frigorífico durante días. Muchos equipos tienen un botón para estas situaciones en los que se prevé que no habrá apertura de la puerta, por lo que se ponen en un modo ahorro energético con una temperatura ligeramente más alta, pues se prevé que ésta ya no subirá más por aperturas de la puerta. Si nuestro aparato dispone de esta opción debemos seleccionarla.
El lavavajillas y la lavadora son dos electrodomésticos que también pueden alcanzar un gran consumo, especialmente cuando calientan el agua. Disponen de diferentes programas con distintas temperaturas que conviene conocer bien y usar la mínima temperatura posible que nos permita el tipo de suciedad a eliminar. Efectuar una primera acción mecánica, restregando las manchas previamente con un producto específico antes de introducir en la lavadora o eliminando los restos visibles o muy adheridos en las vajillas antes de encender el lavavajillas puede que nos permita usar un programa más corto y de menor temperatura, con el consiguiente ahorro energético. Es conveniente, además, usar estos electrodomésticos a plena carga, a fin de aprovechar al máximo la energía eléctrica consumida. Algunos disponen de programas específicos para media carga, en caso necesario, que consiguen un ahorro energético y de agua muy significativos. Son electrodomésticos que nos permiten efectuar la limpieza cuando nos plazca, por lo que resulta muy conveniente comprobar las tarifas para los distintos tramos horarios. Red eléctrica española, por ejemplo, nos informa de las tarifas reguladas del día siguiente, en https://www.esios.ree.es/es/pvpc Si no nos encontramos en casa en el instante de la tarifa más conveniente o es una hora intempestiva las lavadoras y lavavajillas modernos tienen la opción de inicio diferido o programado, que consiste en encenderlos pero programando un inicio del lavado de modo automático en el momento más conveniente.
Además de proporcionar mayor confort, también puede representar un ahorro el uso de los llamados dispositivos inteligentes mediante la domótica. De este modo podemos programar el encendido o apagado de dispositivos diversos si se dan ciertas condiciones, como la llegada de determinada hora, la intensidad de la luz que entra por una ventana, la presencia de personas en una habitación, etc. El control incluye a todos los dispositivos del hogar, como televisores, lavadoras, enchufes, bombillas. En este último caso es posible también controlar no solo el encendido o apagado, sino su potencia o su color,
Como experiencia encendemos una bombilla incandescente, una de bajo consumo y una LED y tomamos la temperatura que
generan, para evidenciar que las incandescentes pierden casi toda la energía eléctrica calentando el entorno en lugar de produciendo luz. Las LED justo al contrario.
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